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Dossier Torné Esquius (pdf - 1,44Mb)
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La Caperucita Roja para leer y colorear - pdf
Por diferentes motivos, la singular obra del pintor y dibujante Pere Torné Esquius (Barcelona 1879- Flavancourt, Francia, 1936) no encajaba ni con las propuestas modernistas ni con los novecentistas, aunque los últimos lo consideraron uno de los suyos.
Instalado en París desde 1905, aunque volvía a menudo a Barcelona para exponer regularmente su obra, de aparente simplicidad, responde a un cierto primitivismo de factura naíf y fuerte influencia francesa. Su pintura, singular, mantiene unos valores pictóricos y atmosféricos que confieren una unidad a toda la producción.
Los temas predilectos de Torné Esquius son los espacios interiores o recluidos, como los jardines o salas de estar, humildes o de extracción menestral. Destaca, a menudo, la ausencia de la figura humana y el protagonismo de los elementos inanimados que en ocasiones producen un efecto inquietante o perturbador. También cultivó otros géneros como el paisaje o el retrato.
Pese a que era pintor, su tarea profesional fue la ilustración, centrada en tres líneas: la literatura infantil, la ilustración de textos literarios y la colaboración en revistas y publicaciones periódicas, a menudo satíricas, como Papitu, Picarol o Le Rire, entre otras.
Catálogo de la exposición
#TornéEsquius
Pere Torné Esquius (1879-1936) creó una obra de gran singularidad que escapa a toda categorización dentro de su tiempo. Por una parte, se inició en el arte en pleno modernismo, pero abandonó Cataluña cuando este movimiento todavía permanecía vigente; por otra, fue reivindicado por los noucentistes a pesar de que su obra presenta unos registros y unas soluciones que no siempre se ajustan a la ortodoxia noucentista. De lo que no hay duda es de que Torné Esquius desplegó todos los recursos y medios a su alcance para dotar de un aura poética los aspectos más prosaicos de la cotidianidad, tal como evidencian desde sus célebres Dolços indrets (Dulces lugares) hasta los interiores o las escenas costumbristas de calle. En su peculiar método artístico los medios pictóricos no son más que recursos al servicio de la fuerza evocativa y la transmisión de emociones. Torné Esquius alternó la pintura con la ilustración en diarios y revistas, tarea con la que se ganaba la vida en Francia. Cada año venía a exponer en Barcelona, y es por ello que casi todas sus obras se encuentran en colecciones particulares. Muchas de estas piezas se exponen por primera vez en esta muestra, la primera antológica que le dedica un museo público.
Torné Esquius se movió en unas coordenadas similares a muchos artistas de su tiempo: se formó en la Escuela de Bellas Artes de Barcelona, donde tuvo como compañero a Picasso, y perteneció al Círculo Artístico de Sant Lluc. Al margen de varias colaboraciones en prensa, hizo su primera gran exposición en solitario en la Sala Parés en 1903, donde presentó una treintena de obras, en las que dominaban temáticas galantes de cariz modernista con influencias francesas. El año 1905 cambió Barcelona por París, aunque antes presentó la exposición Flors del camí (Flores del camino), donde el dibujo de cariz costumbrista tenía un papel preponderante. Al contrario del paisaje barcelonés, inédito en su obra, el paisaje de París fue tema habitual en sus óleos, y se prolongaría durante buena parte de su carrera.
Antes partir hacia París, Torné Esquius había terminado unos dibujos a la tinta que, en su conjunto, formaban un delicado catálogo de diferentes rincones de la geografía catalana, así como un particular inventario de arquitectura doméstica popular y de elementos religiosos. A pesar de ello, estas tintas no vieron la luz hasta 1910, cuando fueron reunidas en un álbum titulado Els dolços indrets de Catalunya (Los dulces lugares de Cataluña), con una cuidada edición de la imprenta Oliva de Vilanova. Este álbum, en la actualidad pieza de bibliófilo, ingresó automáticamente en el canon estético del Noucentisme.
Una de las temáticas principales de Torné Esquius fue el erotismo, sobre todo en la vertiente sicalíptica. Esta temática significa una disrupción en su producción habitual, por ejemplo, respecto al registro costumbrista que lo ocupará desde sus inicios. Imágenes de desnudos femeninos contrastarán con escenas de calle protagonizadas por miembros de clases subalternas como nodrizas o cocheros, y por supuesto por los niños, donde mostrará sus recursos como dibujante, con un especial dominio de la tinta. Ambas temáticas aparecerán en publicaciones catalanas, pero sobre todo en las francesas, en las que operará un cambio respecto a su código dibujístico habitual, menos sintético y más colorista, por necesidad de las propias publicaciones.
Además de la pintura, Torné Esquius también vivió profesionalmente de la ilustración en prensa y revistas. En Francia colaboró con revistas como Le Rire, Fantasio, La Vie parisienne o Le Courrier français, y en Cataluña con Papitu y La Ilustració Catalana, entre otras. Las ilustraciones iban en paralelo a su producción coetánea, replicando a menudo los mismos temas. El mundo del espectáculo para niños, centrado en el circo y los guiñoles, así como la figura del arlequín, conformarán un universo estético muy particular. En gran parte de estas composiciones el protagonismo recae en la mirada del niño, más que en la propia representación.
El nombre de Torné Esquius está estrechamente vinculado a las artes gráficas gracias a sus colaboraciones regulares con Ramon Tobella, propietario de una de las imprentas líderes de los años centrales del Noucentisme. Como ilustrador de referencia de la casa, muchos de los materiales impresos que salieron de los talleres Tobella de Barcelona (postales, menús, tarjetas de felicitación, etc.) llevan su inconfundible sello. A pesar de su condición efímera, la calidad y atención con que se estampaban estos impresos los convirtieron en piezas de coleccionismo, y como tales han llegado hasta nuestros días.
Torné Esquius supo crear un lenguaje muy personal, sobre todo en la recreación del mundo de los niños. Es una temática transversal en su carrera, que ya aparece en sus primeras exposiciones, y esta sala solo contiene una mínima representación. La obra de carácter infantil se proyectó en todos sus registros clásicos, desde el dibujo y la pintura hasta la ilustración en prensa y revistas. Pero fue sobre todo la ilustración de cuentos infantiles y libros de corte pedagógico para niños la que le otorgó más popularidad. En todos ellos aplica su lenguaje llano y naíf, con gran poder evocador y capacidad de transmisión.
En vida, Torné Esquius fue conocido como el «pintor de interiores», un apelativo que todavía hoy permanece vigente dado que una parte muy sustancial de su pintura son los interiores/exteriores domésticos sin presencia humana. Formal y conceptualmente, estas pinturas derivan de los interiores que aparecen en los Dolços indrets, hasta el punto de que Torné llegó a replicar más de uno. Instantes suspendidos en el tiempo, la carga expresiva de estos interiores, de factura naíf, recae en los objetos inanimados que los habitan, testigos de una vida que palpita en otra parte. No en balde algunos pueden resultar enigmáticos.